Llegó con retraso a España, pero llegó: "Blue Valentine" (Derek Cianfrance, 2010), esa película que se vendió al mundo como una historia de amor, y en cierta parte lo es, aunque su peculiaridad radica en que no se esconde a la hora de mostrarnos tanto la cara dulce como la amarga de una relación.


He aquí el mérito de esta película: mostrar estos dos tiempos de una relación de manera complementaria, dejando que una acción comedida se vea rápidamente empañada por el drama, y viceversa, pero de diversas maneras. Esto permite al espectador experimentar una amplia gama de emociones, narrado con una simpleza envidiable.

No es casualidad que la película comience con la desaparición del perro, un momento en el que una niña busca a su mascota mientras su padre le asegura que regresará, aunque él mismo no lo crea. Los verdaderos protagonistas son Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams), los padres de la niña, quienes deciden tomarse una noche libre para ir a la "habitación del futuro", un lugar donde su relación será marcada por una noche significativa.

Lo que vemos en sus comienzos está estrechamente relacionado con lo que ocurre dentro de la habitación: la organización de sus vidas, sus visiones de futuro, las dinámicas familiares, el sexo y, sobre todo, sus frustraciones. Todo esto se intercala con su pasado, mostrándonos cómo nacen sus sueños e ilusiones, al mismo tiempo que surgen las emociones.

Una de las cosas más llamativas es que la historia no recurre a la traición, algo que podría hacer que nos decantáramos por alguno de los protagonistas. Sin embargo, ambos son sinceros y utilizan esa sinceridad como arma y escudo, permitiendo que sus conflictos primen sobre la emoción, aunque sus intenciones no sean herirse mutuamente, sino evitar su propia infelicidad. No es casualidad que una de sus escenas más célebres suene la canción "You Always Hurt The Ones You Love".




Es genial poder hablar de una película de estas características en la que el espectador no tome partido por ninguno de los protagonistas, ya que ambos crean su propio mundo. Aún así, es de agradecer que nos muestren qué ocurre con ellos antes de que empiece la relación, sobre todo con ella, para que podamos conocerlos mejor. Mientras Dean se muestra como una persona romántica que sueña con la mujer ideal, Cindy se preocupa por saber si realmente existe ese sentimiento romántico (presta atención a la conversación que tiene con su abuela y a la posterior comida familiar), siendo estas ideas las que los definen. Además, la película logra darnos algunas escenas que al principio parecen carecer de importancia o se presentan como simples excusas para desarrollar la trama, pero que en el tercio final adquieren un significado profundo (como la desaparición del perro, el anciano vecino de la abuela de Cindy o la historia de los padres de Dean), dejando claro que esta película no deja nada al azar.

Por último, hay que agradecer la paciencia que tuvieron tanto los protagonistas como los productores al hacer esta película con un presupuesto muy bajo. Es difícil imaginar esta película sin Ryan Gosling y Michelle Williams, ya que se nota el sacrificio que hicieron por ella y realmente valió la pena.

A continuación, os dejo con su tráiler.




P.D.: Sí, el subtítulo de este post viene por la canción de Joy Division que bien podría resumir esta película.

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