(Imagen: The Daily Beast)
Hoy hablaré de la serie más irregular de estos últimos años, o cómo quiero recordarla: la serie que indica que no todas las cancelaciones son malas. Me explico: esta serie musical, que tuvo seis temporadas, es una serie con capítulos que puedes recordar secuencia a secuencia o no llegar al minuto 10 por lo pesada que puede llegar a ser.
En primer lugar, hay que hablar de sus virtudes. Comenzando por su episodio piloto en sí mismo, es una de las mejores cartas de presentación de personajes, universo y discurso conductor que intenta mostrar a lo largo de la serie. El primero de estos factores son los personajes, porque utilizan los estereotipos de los dramas de instituto norteamericano, pero brindándoles unas motivaciones diferentes a las que estamos acostumbrados a ver. Los pringados ya no quieren ser populares, y los populares temen que se devalúe su estatus. Otro ingrediente reconocible es la mezcla de géneros, dado que navega entre el drama y la comedia, aunque el género omnipresente siempre será el musical, que logra ser el que más explote. Y por último, su discurso, al menos en sus grandes momentos, es cuando logra recordarnos que básicamente se resume en: alabar lo diferente hasta sus últimas consecuencias.
La mezcla de estas tres virtudes logrará dar a la serie varios grandes momentos, sobre todo durante sus primeros 13 episodios, donde se nota el componente de riesgo que contenía la propuesta en sus inicios y que ojalá hubiera finalizado ahí, dejando para la posteridad una obra de culto. Esto no significa que los siguientes episodios sean malos, pero muchas veces olvidan cuál era su objetivo inicial en su discurso y, a veces, solo obtienen un popurrí de canciones muy bien ejecutadas pero sin historia, porque lograba obtener episodios muy redondos solo cuando tenía un objetivo muy concreto, recordando lo brillante que puede llegar a ser, ya sea homenajeando a un artista o hablando de un tema muy sensible como es la muerte de uno de sus protagonistas.
En conclusión, es una serie con una brillante propuesta pero con una ejecución irregular de la que se pueden extraer versiones musicales recomendables y recordar lo importante que es tener un objetivo a la hora de afrontar cualquier historia.
Un cordial saludo.
