¨Taxi, persiga  a esa paloma¨

Es extraña la sensación de tener que hablar de una película como ¨Holy Motors ¨sin saber por dónde empezar, principalmente por la complejidad mostrada durante todo su desarrollo. Obviamente  estamos acostumbrados a encontrar películas con estructuras similares, lo que nos permite actuar sobre terreno conocido, estando a un paso de incluir la película en uno u otro género. Pero he aquí una película que intenta huir de esas clasificaciones dándonos algo relativamente ¨nuevo¨  (Sería más exacto llamarlo film-experimental, pero no confío en que el término cree escuela) aunque debemos tener en cuenta que este adjetivo es peligroso ya que para bien o para mal no nos dejará indiferentes.

Holy Motors , 2012, es una película que merece ese adjetivo, y por ello logra darnos algo diferente a lo que estamos acostumbrados. En primer lugar la película tal y cómo es: una ficción en la que el  espectador tendrá que aceptar esta premisa para que la cinta ruede y poder, no mucho más tarde, entender todo lo que contiene. Las imágenes no dejarán indiferente al espectador, aunque quizás sí bastante plagado de ambigüedad,  desde el prólogo hasta su desternillante final, pasando por ese cementerio plagados de páginas web, momentos con ecos al musical clásico, o una escena erótica a base de elementos digitales.
La película comienza con un plano en donde se ve a un largo puñado de espectadores sentados en sus butacas viendo una película, llevando a la pantalla la función de espejo en donde aparecerá el título de la película. Este simple detalle ya es toda una declaración de intenciones acerca del metraje que se nos está presentando.

Para lograr confirmar nuestras sospechas comentaré su prólogo (una secuencia también  ¨peculiar¨): encontramos a un individuo (el soñador interpretado por el propio director Leos Carax) en una cama, parece  que está dormido en una habitación con vistas a un aeropuerto, a continuación se levanta, busca una salida, encuentra una pared en la que hay en relieve unos árboles, palpando el relieve encuentra un agujero que encaja con su dedo corazón (un dedo-llave) y logra abrir la puerta que estaba oculta. Entonces entra en un pasillo acompañado de un pequeño perro blanco, que le conduce a un palco vacío, mira hacia abajo y contempla el patio de butacas lleno de personas (¿las mismas de la primera secuencia?, -qué más da). Mientras tanto entre el público irrumpe un perro grande y negro.




Inmediatamente llegamos a un escenario más conocido, París, la ciudad del amor o la de las luces (esta última es la que se verá más singularizada en el film), y conocemos al protagonista: Oscar (Dennis Lavant), un individuo trajeado despidiéndose de su ¨familia¨ dispuesto a comenzar un nuevo día de trabajo. A continuación se introduce en una limusina conducido por Céline (Edith Scob), la chófer que le irá conduciendo por todo París para que Oscar lleve a cabo sus encargos. En esos encargos Oscar tendrá que transformarse en diferentes personajes: La mendiga, el especialista en

motion capture, el señor Merde (personaje que ya apareció en un fragmento de Tokyô), el padre, el acordeonista, el asesino, el moribundo, y el hombre de la casa.  Con cada transformación iremos viendo como a su vez el comportamiento de Oscar irá alterándose, llevándole a vivir/mostrar situaciones con un trasfondo ¨irracional¨ para descifrar el motivo del acto. Entre sus encargos podremos vislumbrar fragmentos de la identidad de Oscar, como una antigua relación sentimental, más numerosos en sus breves conversaciones con la chófer.
Uno de los interrogantes más apropiados para esta historia es el por qué el señor Oscar hace estos encargos, y cuál es el cometido de los mismos. De esos incongruentes cambios de acciones, cada uno lleno de matices, se podrá deducir una lógica, dentro de su mismo imaginario, que nos proporcionará  respuesta a los dichos interrogantes y otros muchos que pueblan la obra.
El artífice de esta obra, Leo Carax, es un director que ha trabajado al límite con la libertad creativa, que ha realizado una película completa, creando una piezas complejas para alejar del espectador una sensación de vacío, y además lo ha conseguido con un película que no se rige por la normas estructurales más conocidas (por utilizadas hasta la saciedad). Mención aparte merece su protagonista, que nos trasmite lo mejor de un intérprete, esto es, interpretar al genuino actor/personaje (aquel que siempre tiene que metamorfosearse en otros) sin que lo desvirtuemos del personaje principal. A su lado una muy eficiente veterana en films de este calibre como Edith Scob, y otras dos mujeres que se presentan con registros muy diferentes a los que estamos acostumbrados. La primera de ellas, Eva Mendes, es una actriz conocida por su participación en películas como ¨To Fast to Furious 2¨, o la más recomendable ¨Training Day¨. La segunda no es otra que la cantante Kylie Minogue, que resuelve con solvencia su incursión en el mundo de la interpretación y además nos regala, cantando, uno de los momentos más célebres de la película

He aquí la canción original ¨ Who Were We?¨ interpretada por Kylie Minogue , siendo la única canción original en un film copado por una banda sonora muy recomendable:

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